Me han dicho que he nacido en una especie de Centro de Salud localizado en un edificio colonial llamado "La Acera", en el sureño pueblo de Santa Rosa, en la provincia de Misiones, en Paraguay. Fue en la madrugada del 28 de Marzo de 1964. Vivíamos casi en los límites del perímetro urbano en un terreno fiscal que mi padre, quien fue un oficial de la Policia, ha rentabilizado provechosamente durante años. Así eran las cosas en aquellos años cuando y donde la epidemia de la Dictadura expandía la cultura de la corrupción, el clientelismo político y el nepotismo por todas partes.
Había otro terreno público al lado de nuestra casa, que también se aprovechaba para cultivar mandiocas. Yo era el último de seis hermanos y hermanas de una disfuncional y frecuentemente violenta familia que viviamos en una amplia casa, rodeado de una gran patio poblado de plantas y flores que admirar. Al costado, se alzaba un gallinero y una porqueriza y, atras, una parcela de naranjos, limones y guayabos.
Nuestra madre exibía, quien sabe si con orgullo, un látigo en la pared del Comedor como demostración de fuerza. Cuando sus poderosos brazos me sostenían y castigaban hasta la extenuación, casi todos los días, se me ha cruzado varias veces por la cabeza la idea de quitarme la vida. Realmente no se cómo he podido sobrevivir.
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